Tacones en el campo
¡Hola! Soy Yamileth, una chica normal, hija de padres trabajadores, y aunque no crecí junto a los dos, dado su divorcio, me enseñaron los buenos valores como pilar fundamental para el desarrollo de la vida de todo ser humano y el amor por la naturaleza.
Les cuento que inicié mi escolaridad en escuelas multigrados en área rural en el Distrito de Barú, Provincia de Chiriquí. En aquel entonces, las escuelas multigrados eran aquellas donde un maestro tiene que atender varios grados o grupos de niños a la vez, dado el poco número de matrículas o en algunos casos la distancia entre las escuelas .
Afortunadamente desde los 5 años que inicié mis estudios aproveché al máximo la oportunidad que se me estaba brindando, destacando con honores a temprana edad. Mis estudios secundarios, los realicé en un centro educativo más urbanizado, y, finalmente, los estudios universitarios en entidades públicas. A pesar de graduarme con honores y tener la oportunidad de asistir a Universidades privadas, opté por encontrar mi formación en una universidad nacional, donde tras 4 años logré tener el título de Licenciada en Administración de Empresas con énfasis en Finanzas y Negocios Internacionales.
Gracias a Dios, nada más terminar mis estudios superiores, tuve la bendición de insertarme en el campo laboral, iniciando mis primeros pasos en el mundo profesional dentro del sector de la banca en el 2006, con el Banco Nacional. Fue allí donde no sólo aprendí a desarrollar mi puesto para el que fui contratada, sino que me encontré con seres especiales de los cuales aprendí de la vida, personas de edades avanzadas guiando a una jovencita recién salida del capullo para florecer con todo su potencial, pero no crean que todo fue color de rosa, también en el camino encontré muchos obstáculos por ser joven y mujer, pero gracias a esas piedras, pude aprender mucho pronto cómo construir puentes con ellas.
Tras 5 años en el Banco Nacional, decido salir de mi zona de confort para seguir creciendo y desarrollándome profesionalmente, y empiezo a trabajar para la banca privada, donde tengo la oportunidad de vivir de cerca las necesidades de cada cliente y la transformación de sus sueños en realidad. Fue entonces cuando sentí mi verdadera vocación al poder ser parte de un proceso donde los buenos emprendedores y empresarios, gracias a su esfuerzo, perseverancia y pasión, podían transformar una idea en un gran proyecto. Entonces, me di cuenta que mi trabajo no estaba del lado de la banca solamente, sino del lado de los pequeños empresarios para convertirme en su aliada, socia, asesora y consejera para lograr con éxito sus metas.
Entonces decidí seguir formándome para lograr un Máster en Alta Gerencia y convertirme en puente de unión entre los PYMES y la Banca para lograr el máximo beneficio por ambas partes.
La banca me ayudó a desarrollar las bases profesionales de quién soy hoy en día (integridad, transparencia, rendimiento, medición, calidad), pero los PYMES despertaron mi verdadera vocación como asesora financiera. La banca me dio la oportunidad de ser una agrónoma, y no de profesión, ya que al tener una cartera de créditos agropecuarios tenía que adentrarme al campo y conocer a cada cliente en sus fincas con sol o lluvia. Esa fue mi mejor escuela, donde aprendí directamente de los propios productores sus verdaderas necesidades y la gran labor detrás de todo su esfuerzo y dedicación.
Y tras 11 años de trayectoria profesional en la banca, gracias a esos momentos difíciles que la vida nos regala, tomé el riesgo de dar un salto y dedicarme en cuerpo y alma al sector Agropecuario y comercial de los pequeños empresarios para asesorarles financieramente no sólo cómo desarrollar sus negocios para lograr el máximo rendimiento, sino cómo lograr la aprobación de inversión de la banca para expandirse profesionalmente y lograr conquistar sus sueños.
A pesar de que ambos mundos, el de la banca y el campo, son predominantemente dominados por los hombres, con el tiempo pude ir encontrando mi propio estilo y sintiéndome más segura de mi labor y de mi vocación utilizando como herramientas los valores que mis padres me inculcaron, el profesionalismo y la calidad que desarrollé en la banca, y el respeto y al amor por el medioambiente que aprendí de mis clientes.
Hoy puede empezar el día en la oficina con tacones y terminar la tarde en el campo con mis botas disfrutando del sabor de la tierra y la belleza de la naturaleza creando nuevos proyectos con mis clientes. Hoy puedo desarrollarme profesionalmente como mujer, y ayudar al mismo tiempo a pequeños empresarios a lograr transformar sus ideas en proyectos reales. Hoy puedo impartir cursos de formación para crear a futuros líderes, y puedo participar activamente en organizaciones locales para regresar a mi comunidad todo lo que mi tierra me regaló.
Hoy entiendo que todo tiene un propósito y que todo termina pasando, incluso la difícil crisis económica en la que nos encontramos en estos momentos. Los momentos más difíciles y complicados son oportunidades de cambio y de crecimiento. Ahora tienes una gran oportunidad de parar y preguntarte si estás sembrando hoy tu cosecha de mañana.
Estoy feliz de contarte un poco de mí y te agradezco por darme tu tiempo en leerme. Sigamos avanzando, sigamos soñando y materialicemos todo lo que soñemos. Juntos, marcamos la diferencia.