Estamos en Panamá.
"Frente al aumento en la demanda agrícola mundial, América Latina y el Caribe, y en especial Panamá tiene una posición envidiable. ALC con tan solo el 9 % de la población mundial y el 4 % de la población rural (FAO 2019a), la región tiene el 16 % de los suelos agrícolas (FAO 2019a), el 33 % de la superficie apta pero no utilizada para la agricultura (Deininger y Byerlee 2012), el 23 % de la superficie de bosques(FAO 2019a) y el 50 % de la biodiversidad mundial (PNUMA 2016)."
— IICA (INSTITUTO ITNERAMERICANO DE COOPERACIÓN PARA LA AGRICULTURA)
OPORTUNIDAD DEL SECTOR AGROPECUARIO
Mirando a un escenario de post-pandemia, la mayoría de los agricultores familiares en América Latina y el Caribe son claves para la seguridad alimentaria del mundo. Hoy, más que nunca, surge la necesidad de considerar a la agricultura como un sector estratégico de suma importancia para la reactivación económica de nuestra región.
Dentro de este nuevo entorno, es imprescindible:
Fortalecer el desempeño de los agricultores familiares y de los circuitos cortos de comercialización de alimentos.
Asegurar la implementación de buenas prácticas de seguridad e higiene para los agricultores.
Crear políticas de apoyo al asociativismo y al cooperativismo.
Disminuir las limitaciones al acceso a crédito para la producción y la reproducción de la unidad familiar.
Desarrollar un programa de formación profesional en el ámbito del desarrollo empresarial y comunicación digital.
PROYECCIONES A FUTURO
Dado que la agricultura familiar representa más del 50 % del empleo en el sector agropecuario en 14 países de la región, el aumento de su productividad y el cierre de las brechas salariales pueden contribuir a fortalecer la sostenibilidad económica y social, de forma alineada con el principio de “no dejar a nadie atrás” de la Agenda 2030.
Las proyecciones indican una necesidad de al menos 100 millones de hectáreas adicionales para uso agrícola en 2050 (FAO y OECD 2018), es decir un aumento de cerca de 2 % en comparación con los niveles de 2012. Las economías emergentes y en desarrollo en conjunto deberán responder por más de cuatro quintas partes del aumento proyectado de la demanda mundial de carne, cereales y oleaginosas en la próxima década (USDA 2018).
Ampliar el alcance de enfoques innovadores que fomenten el acceso de los pequeños agricultores y las pequeñas y medianas empresas (PYMES) de países en vía de desarrollo a servicios de financiación rural agrícola. La agricultura y las actividades relacionadas tienen un potencial enorme para generar desarrollo socio-económico en los países en desarrollo. El creciente acceso a las finanzas agrícolas por parte de pequeños agricultores, mujeres, jóvenes y las PYMES en las cuales participan, requieren que se traten las cuestiones del lado de la oferta y de la demanda simultáneamente.
GARANTÍAS DE ÉXITO
Para ser sostenible, la agricultura debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras, y al mismo tiempo garantizar la rentabilidad, la salud ambiental, y la equidad social y económica. La alimentación y la agricultura sostenibles. contribuyen a los cuatro pilares de la seguridad alimentaria —la disponibilidad, el acceso, la utilización y la estabilidad— y a las tres dimensiones de la sostenibilidad —ambiental, social y económica.
La innovación puede ayudar a desbloquear el potencial de las empresas agrícolas. Puede ayudar a cerrar la brecha rural y empoderar a las mujeres y los jóvenes para acceder a la información, la tecnología, la financiación y los mercados. Puede ayudar a disminuir la migración de jóvenes a las ciudades en busca de opciones laborales, abandonando el campo y negocios familiares.
Ampliar el alcance de enfoques innovadores que fomenten el acceso de los pequeños agricultores y las pequeñas y medianas empresas (PYMES) de países en vía de desarrollo a servicios de financiación rural agrícola. La agricultura y las actividades relacionadas tienen un potencial enorme para generar desarrollo socio-económico en los países en desarrollo. El creciente acceso a las finanzas agrícolas por parte de pequeños agricultores, mujeres, jóvenes y las PYMES en las cuales participan, requieren que se traten las cuestiones del lado de la oferta y de la demanda simultáneamente.
Para ser sostenible, la agricultura debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras, y al mismo tiempo garantizar la rentabilidad, la salud ambiental, y la equidad social y económica. La alimentación y la agricultura sostenibles. contribuyen a los cuatro pilares de la seguridad alimentaria —la disponibilidad, el acceso, la utilización y la estabilidad— y a las tres dimensiones de la sostenibilidad —ambiental, social y económica.
La innovación puede ayudar a desbloquear el potencial de las empresas agrícolas. Puede ayudar a cerrar la brecha rural y empoderar a las mujeres y los jóvenes para acceder a la información, la tecnología, la financiación y los mercados. Puede ayudar a disminuir la migración de jóvenes a las ciudades en busca de opciones laborales, abandonando el campo y negocios familiares.
Post-Covid19 Panamá.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) realizó un análisis socioeconómico del impacto del COVID-19 en Panamá.
En el mismo presentan recomendaciones como alternativas de políticas que pueden resultar complementarias para el País.
Indican que para Panamá, la clave es generar una estrategia coherente en la respuesta, pasa por distinguir claramente dos momentos: un primer momento asociado a la reactivación económica, que se vincula en la respuesta inmediata y un segundo momento asociado a la recuperación económica, con una visión transformadora de más largo aliento (mediano y largo plazo), pero cuyas bases deben anclarse desde la respuesta de reactivación.
Una de las iniciativas es la inversión verde desde las PYMES. En Panamá, de acuerdo con la Autoridad de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (AMPYME), en 2015 existían 543,328 micro, pequeñas y medianas empresas. Estas a su vez eran responsables por 869,503 empleos. 62% de todas las empresas y 39% de todos los empleos son autoempleo, por esta razón son extremadamente vulnerables a la crisis.
Se propone acompañar en el proceso de reactivación económica de las micro y pequeñas empresas con mecanismos de financiamiento asociados con bienes y servicios que cumplan criterios de sostenibilidad ambiental y alta rentabilidad social, estimulando nuevos modelos de desarrollo productivo basados en la generación de productos de calidad con alto valor agregado y con capacidad de integrarse con éxito en encadenamientos productivos en todos los contextos territoriales, conservando los servicios ecosistémicos de cada territorio. Se propone incentivar la producción de contenidos y productos digitales desde las MIPYMES vinculados al uso de los protocolos de internet para sus procesos de comercialización y distribución. Esto sin duda impulsará la modernización del sector, favorecerá la ampliación de la base de clientes e incentivará buenas prácticas de sostenibilidad ambiental y climática en la cadena de valor.
Impulsar el desarrollo económico local basado en encadenamientos productivos, basados en el establecimiento de programas territoriales de desarrollo de proveedores (PDP), con un foco en el sector agroindustrial, en donde se establezcan apoyos a la gran empresa condicionándolos al establecimiento de un programa robusto de consumo local y desarrollo de proveedores desde las MIPYMES, que potencie la innovación, la diversificación y la tecnificación de los micro, pequeños y medianos empresarios manteniendo la generación de empleos y fortaleciendo el consumo local, desde los territorios, con criterios de calidad, seguridad alimentaria y sostenibilidad (ahorro energía, ahorro agua, eficiencia en el uso y manejo de suelos, etc.).
Bioeconomía y soluciones basadas en naturaleza a nivel de políticas públicas. Se necesita trabajar en la elaboración de estrategias nacionales para el desarrollo de la bioeconomía. Para ello se propone un marco estratégico fundado en cuatro pilares:
Transversalizar la sostenibilidad ambiental y acción climática, en el marco de la Agenda 2030 para el nuevo futuro.
Promover la acción climática, teniendo como marco de referencia el Acuerdo de París y lo planteado por los países en sus contribuciones determinadas nacionalmente (Nationally Determined Contributions - NDCs); estas deben integrar soluciones basadas en naturaleza.
Promover la inclusión social en los planes de ordenamiento ambiental territorial y planes de manejo de cuencas hidrográficas (por ejemplo: agricultura familiar, jóvenes y mujeres, pueblos indígenas) y la reducción de las brechas territoriales de desarrollo al interior de los países.
Promover una nueva generación de canje de deuda de Panamá por naturaleza. El país podría recanalizar la deuda externa y utilizar los recursos para financiar actividades de conservación como ya se logró con Parque Nacional Chagres y Parque Nacional Darién con los Estados Unidos.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, establece una visión transformadora hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas que la suscribieron y es la guía de referencia para el trabajo de la comunidad internacional hasta el año 2030.
La Agenda 2030 presenta una oportunidad histórica para América Latina y el Caribe, ya que incluye temas altamente prioritarios para la región, como la erradicación de la pobreza extrema, la reducción de la desigualdad en todas sus dimensiones, un crecimiento económico inclusivo con trabajo decente para todos, ciudades sostenibles y cambio climático, entre otros.
Es una agenda civilizatoria, que pone la dignidad y la igualdad de las personas en el centro y llama a cambiar nuestro estilo de desarrollo. Es un compromiso universal adquirido tanto por países desarrollados como en desarrollo, en el marco de una alianza mundial reforzada. Representa los compromisos que reconocen a las personas, la paz, la prosperidad compartida, al planeta y las alianzas como los principales rectores, compartidos y universales, en los que se debe basar una nueva batería de estrategias y políticas globales, regionales y nacionales, cuyo objetivo prioritario es caminar conjuntamente hacia una sociedad más igualitaria.
Finanzas sostenibles consciente del trabajo a realizar para lograr el bien común destacado en los 17 objetivos de desarrollo sostenible, hace referencia en el apoyo sobre los siguientes objetivos:
ODS 8: Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos en América Latina y el Caribe.
Más allá de la respuesta inmediata a la crisis, la pandemia debería ser el impulso para mantener los logros conseguidos y acelerar la implementación de medidas pendientes desde hace mucho tiempo con el fin de encauzar al mundo hacia un camino de desarrollo más sostenible y hacer que la economía sea más resiliente a futuras perturbaciones.
ODS 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
La crisis actual es una oportunidad para llevar a cabo un cambio profundo y sistémico hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta. Puede servir de catalizador para un cambio social, debemos reconstruir mejor y cambiar nuestros patrones de consumo y producción hacia unos más sostenibles.
"La agricultura digital es esencial como motor de la transición agroecológica. La aplicación en la agricultura de herramientas generadas en el área de las Tecnologías de información y comunicación (TIC) abre un abanico de oportunidades para mejorar los procesos productivos y promover la transición agroecológica’.